La Xara es un pueblo joven, con poco más de doscientos años de historia. Empezó su evolución como núcleo de población estable a comienzos del siglo XIX, cuando un labrador de Senija, Mateo Ivars y Peiró, se estableció, dando lugar con su familia al poblamiento, incrementado en un período de 50 años con la venida continuada de gentes procedentes de localidades de la comarca, como Pedreguer, Xàbia, Alcanalí o El Verger.
Este rápido desarrollo se debió más que a unas condiciones agrícolas favorables, a la ocupación de la población como picapedreros y obreros. La estabilidad y crecimiento de una población dedicada casi exclusivamente al trabajo de la piedra no se podría comprender si no lo enmarcan en la dinámica económica de la época: el comercio de la pasa. El fructífero negocio de la pasa permitió hacer dinero con facilidad y acumularlo, no solo a Dénia, ciudad pasera por definición, sino también a otras localidades de la comarca, donde el crecimiento económico se patentizó en la construcción de un gran número de edificios, los cuales casi siempre se puede reseguir la pisada de los grupos de picapedreros de La Xara. Una demostración del buen momento económico en este período es la construcción, entre 1876 y 1902, de la iglesia y la casa-abadía, pagadas y edificadas por la misma población.
Solo después de la crisis general de la pasa, hacia el 1902, el mundo de los picapedreros sufrió un retroceso, hecho que se tradujo en un movimiento migratorio hacia Estados Unidos o Argentina o hacia Argel. Esta crisis provocó también el cambio de los cultivos de secano por los de regadío, sustituyendo las cepas por la huerta y naranjos, más rentables y productivos en aquellos momentos.